La
sal, como producto básico para la vida, su renta o explotación de pozos
salobres, se entregó antes y después como reconocimiento de gracia a nobles
caballeros desde los tiempos de la Reconquista, y como ayuda para la
construcción de templos o mantenimiento de conventos y monasterios en dádiva
real que se mantendría hasta los años finales del siglo XVI, en que la mayoría
regresarían a la Corona. También parte de su producto se utilizó para
contribuir a los gastos de la guerra; del ejército; de los caminos, de las
carreteras o de las necesidades de la Real Hacienda, pues siendo producto del
que apenas se podía depender y cuyo consumo llegó a ser incluso obligatorio, la
Real Hacienda no tuvo dudas a la hora de añadir un sobrecoste en la fanega,
atendiendo a que el gasto de sal era el
que menos empobrecía al consumidor, y ocasionaba todavía menos contratiempos en
los menos menesterosos por la cortedad y
sencillez de sus alimentos.
El conocido como Distrito Minero de
Guadalajara, heredero del Partido de Atienza, en cuanto a la sal, ya que las
salinas quedaron encuadradas en el sector de la minería al menos desde el siglo
XVIII, estuvo formado por los complejos conocidos como Salinas de Atienza, primitivamente las del entorno de Imón y La
Olmeda, a las que se unirían las de Saelices, Almallá y Medinaceli. Un complejo
minero de sal de agua que llegaría a contemplar hasta cerca de doscientas
explotaciones como hemos señalado, de las que con anterioridad al desestanco de
la sal apenas se explotaban medio centenar. El resto de pozos permanecían
inexplotados, cegados y con vigilancia parcial por cuenta del Estado, a fin de
que los moradores de las poblaciones en las que radicaban no pudiesen
utilizarlos, mermando con ello los ingresos de la Hacienda Pública, aunque la
vigilancia a cargo de los hombres del resguardo
de salinas, los entonces inspectores
armados y organizados militarmente por cuenta de la Hacienda, no fuesen capaces
en todo momento de impedir el robo o el contrabando de un producto generador de
millones de reales, maravedíes o pesetas de beneficios, y que dio sustento, o
empleo en épocas concretas, a centenares de personas de los pueblos en los que
las salinas se ubicaban.
(El presente volumen está
basado en: “Historia de las Salinas de Tierra de Atienza: Imón, La Olmeda,
Almallá, Saelices, Medinaceli y Guadalajara”; y “Las Salinas de Molina de
Aragón y Cifuentes”, del mismo autor)
El Libro:
- Tapa blanda: 168 páginas
- Editor: Independently published
- Idioma: Español
- ISBN-10: 1099149134
- ISBN-13: 978-1099149139
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